Add parallel Print Page Options

26 Ahora, señor mío, por la vida del Señor y por tu propia vida, es el Señor quien te impide derramar sangre y tomarte la justicia por tu mano. ¡Ojalá sean como Nabal todos tus enemigos y los que buscan la ruina de mi señor! 27 Que el obsequio que esta sierva tuya ha traído a su señor se reparta entre los muchachos que lo acompañan. 28 Te ruego disculpes la falta de esta sierva tuya, porque el Señor va a construirte una casa estable, pues mi señor combate las guerras del Señor y ninguna desgracia te alcanzará en toda tu vida.

Read full chapter